Entrevista a Julio «Turco» Asad

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Entrevista a Julio «Turco» Asad

En el año 2004, Julio Daniel “El Turco” Asad asumió el rol de entrenador del Club Deportivo Cuenca tras la salida de Daniel «El Profe» Córdoba, marcando un hito en la historia de la institución.

Bajo su conducción, el equipo logró conquistar su primer campeonato, un logro que quedará registrado como uno de los momentos más importantes en la vida institucional del Club Deportivo Cuenca. La gestión de Asad no solo llevó al equipo a la cima del fútbol nacional, sino que también consolidó su legado como un estratega influyente en el fútbol ecuatoriano.

Nos reunimos con el «Turco» en Argentina para que nos recuerde algunos momentos que vivió en el club, a poco de cumplirse 20 años del campeonato.

¿En qué momento te diste cuenta de que el equipo estaba para ser campeón?

“Hablaron conmigo tratando de tantear lo que pensaba. Yo sabía que, antes de mi llegada, solo había cinco campeones en toda la historia del fútbol ecuatoriano: Emelec, Barcelona, Liga de Quito, Deportivo Quito y El Nacional. Eran los únicos que siempre salían campeones. Sin embargo, salí campeón con Olmedo, rompiendo esa hegemonía. A partir de ahí, no veía tan lejano volver a ser campeón. Era cuestión de convencer al plantel, de que los jugadores entendieran que teníamos un objetivo importante entre todos y que debíamos manejarnos dentro de ciertos parámetros que establecí. Los muchachos, con mucha experiencia, sabían que realmente había una oportunidad para aspirar a pelear el campeonato. Con los nombres que teníamos, sumados a algunos chicos jóvenes, logramos conformar un equipo muy competitivo, lo que nos llevó al campeonato.”

¿Qué tipo de técnico te consideras?

Adaptativo. Me adapto a las cualidades y personalidades del plantel. Por ejemplo, con Olmedo jugué tácticamente con un 4-4-2, con Liga de Quito utilicé un 4-3-1-2, y con Cuenca opté por un 4-2-2-2. Quizás te preguntes qué es eso, pero lo importante es que cada sistema estaba diseñado para que los jugadores supieran en qué parte del campo debían moverse y qué trabajo debían hacer. Los jugadores entendieron rápidamente, y eso hizo que creyeran en lo que les decía. Así que, para mí, no fue tan difícil. Hoy en día, me gustaría ser uno de los entrenadores que promulga que el fútbol no son sólo 22 jugadores en la mitad de la cancha para un lado o para el otro. El fútbol es otra cosa.”

¿Cómo era un entrenamiento con el Turco Asad?

“Faltaba que vinieran los payasos y los pinochos” (entre risas). Era alegría de verdad, era alegría dentro de la responsabilidad que indicaba el trabajar para prepararnos para un partido. Había mucha felicidad en el ambiente. Yo no concebía un entrenamiento sin poder sonreír o reírme, y los jugadores entendieron que eso era posible.

¿Qué recuerdos tienes del momento en que se consagraron campeones?

“Es algo que nunca voy a olvidar. Veníamos con mucha expectativa, y todo el mundo estaba pendiente de cómo había terminado el partido entre Liga de Quito y El Nacional, de si finalmente habíamos salido campeones. Cuando se confirmó que lo logramos, fue una alegría enorme, una felicidad indescriptible. Pasamos por momentos muy duros, momentos difíciles con los jugadores, luchando, peleando, sin rendirnos nunca, siempre enfocados en el mismo objetivo y convencidos de lo que queríamos. Esto hizo que pudiéramos cerrar un año que me llena de orgullo, no solo por haber salido campeón, sino también por haber sido el técnico que llevó a estos jugadores a conseguirlo. Sé que no fue fácil para ellos, no fue sencillo, porque en general no me consideran muy exigente. Sin embargo, dentro de esa exigencia, también doy cierta libertad, que entiendo les permite manejarse como un grupo de amigos. Y en un grupo de amigos, uno no traiciona, no abandona; se lucha por los amigos.»

¿Qué recuerdos tienes de la hinchada?

“Las canciones” (sonríe). En Cuenca, había momentos en los que los hinchas se apropiaban del ambiente. Si el equipo estaba bien y ofrecía un buen espectáculo, todo era alegría. Pero si las cosas no iban bien, llegaban los insultos y el enojo. Con el tiempo, entendieron que nosotros no regalábamos nada, que nos jugábamos todo en cada partido. Si nos iba mal, no era porque lo provocáramos, simplemente sucedía. La gente llegó a comprender eso. Creo que logramos formar una familia muy unida, en el verdadero sentido de la palabra, donde todos tirábamos para el mismo lado.”

¿Hay algún partido en específico que recuerdes del campeonato?

“Creo que todo tiene un tinte de importancia porque son las pequeñas cosas las que suman en conjunto. Siempre les decía: no menosprecien nada. Decirte qué partido fue el más importante sería mentirte. No se trata de un solo partido, sino del valor de haber comprendido un mensaje al que no estaban acostumbrados. Creo que eso fue lo que marcó la pauta del campeonato. Es difícil señalar un partido en particular, porque todo fue un conjunto.”

¿Qué sentiste en el momento de levantar la copa?

“Lo primero que sentí fue un orgullo enorme y una satisfacción inmensa, porque era la coronación de un sueño. Siempre les decía: ‘Miren la copa, mírenla y vayan en busca de ella’. Haberla logrado fue una emoción muy grande” (entre lágrimas). En ese momento, solo pensaba en mi familia, en mis hijos, en mis nietos.”